Ana Julia Alvarez (1908- 2007)
Nació en San Salvador, en 1908. Estudió pintura con el destacado artista guatemalteco Carlos Mérida, quien a su vez fue influido por el muralismo mexicano. Fue alumna en la Escuela Nacional de Bellas Artes (1929-1930), donde fue alumna de Miguel Ortiz Villacorta y de Salarrué, con quienes trabajó óleo, cartones decorativos, acuarelas, retratos y bodegones. Comenzó a exhibir durante su adolescencia, ganando varios premios artísticos dentro de las exposiciones anuales organizadas por el Club Rotario de San Salvador y la Asociación de Amigos del Arte. Según Luis Salazar Retana, ella “es la primer mujer [salvadoreña] que pinta con éxito y con profesionalismo en nuestro medio, en una época tan distante como los años treinta y cuarenta.” Años más tarde, emigró y se radicó en Toronto, Canadá. Al casarse, adoptó el apellido de su esposo, Boward, y tuvo descendencia. Falleció en esa localidad canadiense, en octubre de 2007.
El legado de pinturas en óleo que dejó en el país se puede clasificar en dos tipos: representaciones de la mujer salvadoreña de rasgos indígenas en un estilo Art Déco y paisajes modernos en un estilo fauvista. Como otros pintores de su época, los temas de sus pinturas son del modernismo americano, específicamente el Realismo Social de los muralistas mexicanos, como son las indígenas, sus costumbres, sus vestidos, en resumen, un homenaje a la raza. A menudo, los personajes estilizados en sus cuadros se parecen a María Félix y Marlene Dietrich. A diferencia de los artistas de su época, la obra de Ana Julia Álvarez es de los únicos ejemplos del Art Déco en el país. Los colores son puros, las imágenes son planas y los elementos de fondo son geométricos, obedeciendo a un estilo decorativo. El otro gran tema de Álvarez fue el paisaje, que va más hacia un modernismo europeo menos esquematizado, parecido al fauvismo en color. Según la Dra. Astrid Bahamond, “Su factura responde a una línea depurada, a una brillantez en los colores, a una composición muy esquemática y plana, dando con ello paso a la entrada de un sintético modernismo que deja atrás al realismo precedente.” En sus años tardíos incursiona en la cerámica.
Exhibió en las cinco exposiciones de la Asociación de Amigos del Arte, celebradas en la década de 1930 en los salones del Instituto Nacional “General Francisco Menéndez.” Ganó el Primer Premio en tres de ellas, en 1936, 1937 y 1938. La poeta salvadoreña Claudia Lars escribió el poema “La virgen de las tunas” basándose en uno de sus cuadros.