Noé Canjura (1922-1970)
Nació en Apopa, el 14 de agosto de 1922. Dibujó y pintó desde que era estudiante de la escuela de su localidad local, donde trabajaba y dormía en un aserradero. En 1937, participó en un concurso donde ganó, junto con Julia Díaz, Raúl Elas Reyes, Mario Araujo Rajo y Antonio Pineda Coto, una beca para continuar sus estudios en la Academia de Dibujo y Pintura del maestro español Valero Lecha.
Partió hacia la ciudad de México, en donde estudió grabado en 1948 y se vio influido por la obra de Diego Rivera y Paul Gauguin. En ese mismo año realizó su primera exposición en Estados Unidos. Al año siguiente, partió a Francia y se enrola en la “Ecole Nationale Superieure des Beux-Arts” para realizar estudios especializados en la técnica del fresco, con una beca conferida por el gobierno salvadoreño. En 1953 hizo en Paris su primera exposición individual. En 1954, cuando se le terminó la beca, decidió quedarse y realizar copias de cuadros de grandes maestros y otros trabajos manuales para sobrevivir. Casado con la artista plástica Madeleine Bachelet, regresó brevemente a El Salvador en 1957. De regreso en París, las autoridades de la ciudad compraron, entre 1959 y 1965, cuatro de sus pinturas para su colección municipal permanente. En 1965 le fue otorgada la presea “Prune d’Argent”, del Salón Peintres, en Provence.
Miembro de la Societe Nationale des Beaux-Arts y Societe de Salón de la Jeune Peinture, exhibió con regularidad en París y sus obras se exhiben ahora en diversos países.
Falleció en Morienval (Francia), el 29 de septiembre de 1970 y sus restos se encuentran en el propio cementerio de la Iglesia de Notre Dame de Morienval, una antigua abadía localizada a dos horas de París. Le sobreviven su hija Leticia Canjura y nieta Vilma Borden, ambas residentes en la ciudad estadounidense de Atlanta, en el estado de Georgia.
Para el arquitecto Luis Salazar Retana, “Una vida absolutamente asimétrica tuvo un hombre moreno, bigote de revolucionario mejicano, surgido de un pequeño pueblo, como Mario Araujo; ese hombre, salvadoreño de nacimiento y francés por adopción, fue Noé Canjura. Nacido en Apopa y muerto en París. Largo viaje para este provinciano que se convirtió en un triunfador en tierras extrañas y difíciles como Francia. Quizás no fueron éxitos extraordinarios, pero su obra, como afirmaban sus amigos, fue comentada favorablemente por los críticos de uno de los países más cultos del orbe. Eso es un triunfo, punto. Su obra, salvadoreña en un principio, se fue, por las exigencias del medio, pienso, afrancesando hasta no quedar nada de su primera etapa…su obra tiene fuerza y su talento en innegable. Se perdió en el gran mundo y nos olvidó, dejándonos sólo recuerdos de su amor por esta tierra que le vio nacer.”
Falleció en la capital francesa, el 29 de septiembre de 1970.