Camilo Minero (1917 - 2005)
Camilo Minero nació el 11 de noviembre de 1917 en Zacatecoluca, departamento de La Paz. Estudió en el Taller de Pintura y Escultura de Marcelino Carballo (Zacatecoluca, 1860-1947) y, entre 1935 y 1938, en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, dirigida por Carlos Alberto Imery y en la que su formación estuvo a cargo de los maestros Pedro Ángel Espinoza, Luis Alfredo Cáceres y José Mejía Vides. Su relación con Mejía Vides le dejó a Minero una profunda huella. Minero tuvo una larga e importante amistad con su maestro, permanentemente alimentada por los afectos y las afinidades. Otro hecho importante de su vida fue su estancia en México, país al que viaja mediante una beca, a estudiar pintura en el Instituto Politécnico Nacional, y grabado en el Taller de Gráfica Popular, entre los años de 1956 y 1960. Este período lo fortalece, le permite estructurar de mejor manera su discurso plástico, ideológico y político, teniendo como referente a David Alfaro Sequeiros, muralista de vastas composiciones épicas, a quien Camilo Minero conoció y por quien confiesa una profunda admiración.
Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Pintores Jóvenes de El Salvador (1945) y de los Pintores Independientes (1957-1960). En 1967, con Mejía Vides fundaron la Casa del Arte, desde la cual propugnaron por una visión de las artes plásticas contraria a la impulsada por Julia Díaz desde la Galería Forma.
Fue autor de uno de los murales del edificio de la Rectoría de la Universidad Nacional de El Salvador, institución donde fungió como maestro de artes plásticas y la que, en 2001, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa. Además de este mural, pintó otros en Cuba y Nicaragua. Se destacó de manera especial en la técnica del grabado en madera o xilografía. Realizó diversas exposiciones en Centro América y algunos países de Europa. Obras suyas se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Museo de Grabado de Buenos Aires, Argentina.
La labor artística de Camilo Minero estuvo orientada a darle protagonismo a los más desposeídos de nuestro país. Desde esta perspectiva, el artista ofrecía sus obras como instrumentos críticos para interpretar la realidad social. Con todo y las transformaciones que se dieron en su proceso, desde las obras tempranas hasta su trabajo final, Minero siempre usó un lenguaje sencillo y sin estridencias. Sus contenidos fueron, al mismo tiempo, claros y directos para que llegaran, sin intermediarios, al gran público – al pueblo – de donde tomó los modelos que hoy habitan en sus innumerables obras.
En las primeras décadas del siglo XX, surgió una tendencia artística de la pintura de intención y con clara preocupación social, la cual conocemos como Realismo Social. Esta denominación, en sentido muy amplio, se emplea para identificar aquellas expresiones artísticas que entrañan un contenido y tienen un evidente sentido crítico. Como movimiento plástico, no tiene un carácter expresivo uniforme y semejante. Cada artista que lo cultiva ha adoptado una manera personal para desarrollar sus temas.
Cultivar una visión particular de lo que debía ser la pintura no era -en Camilo Minero- un acto deliberado, sino el resultado de una serie de factores que lo condicionaron desde su niñez, un período de su vida estuvo marcado por la sensibilidad de su padre.
Falleció en San Salvador, el 6 de mayo de 2005.
“Yo aplico los amarillos frenéticos, cálidos y los rojos vivos que provoquen la furia y la cólera relevante; el blanco que quiere decir paz, los anaranjados y los sienas son atenuantes, acordes de los amarillos, también utilizo el color negro”.